TABACO: enfermedades
En la actualidad, el tabaco se ha convertido en una causa bastante grave de muerte a nivel mundial, casi tres millones de personas al año mueren en todo el mundo por alguna enfermedad relacionada con su consumo.
El problema se torna cada vez más peligroso, ya que la mayoría de los consumidores son jóvenes y su aumento entre esta población crece cada año. De hecho, los últimos estudios han demostrado que la edad de inicio para el tabaquismo es cada vez más precoz, siendo el 30 % de los fumadores menores de dieciocho años.
El consumo del tabaco conduce a la adicción, ya que el individuo no consigue controlar su impulso de fumar, y si las previsiones siguen así, la Organización Mundial de la salud calcula que para el año 2030 morirán aproximadamente diez millones de personas por enfermedades causadas por el tabaquismo.
Al principio, cuando se empieza a fumar, lo que suele notarse son molestias que se van incrementando con el tiempo, como tos, náuseas e incluso vómitos, pero cuando se continúa con el hábito lo que se experimenta es placer. Como la nicotina produce efectos adictivos en los fumadores que proporcionan efectos al sistema nervioso, a veces calmante y otras estimulante, la dependencia a la nicotina se torna física también (como a cualquier tipo de droga), lo que se manifiesta en un desagradable síndrome de abstinencia si no se toma la dosis habitual. Luego las consecuencias negativas no sólo se dan a nivel físico, sino psicológico, mermando el autocontrol y la independencia de la persona.
En concreto, las patologías relacionadas con este hábito son las de tipo cardiovascular, pulmonar y cancerigenas. Las complicaciones más frecuentemente asociadas son el infarto de miocardio, efisma pulmonar, desnutrición, cáncer garganta y de pulmón.
Las enfermedades que más siguen preocupando a los fumadores son las de tipo cancerígeno, pues está demostrado que están más expuestos que el resto de la población; donde más casos se dan es en los tejidos que están en contacto directo con el tabaco y sus componentes, es decir, cualquier órgano del tracto respiratorio, como la boca, el esófago, la garganta y los pulmones. Aparte de esto, también causa enfermedades crónicas que pueden conducir a la muerte, como la bronquitis crónica y el enfisema pulmonar, ya que suelen desembocar en neumonía e insuficiencia cardiaca.
El riesgo de una enfermedad cardiovascular también es alto, ya que
la nicotina acelera la presión sanguínea y el ritmo cardiaco. Puede afectar a órganos de otros sistemas, como el digestivo, puesto que retrasa la curación de las úlceras en el estómago, así como provocar cáncer en la vejiga. Junto con otros tratamientos incrementa las posibilidades de enfermedad, es el caso de las mujeres fumadoras mayores de treinta y cinco años que toman la píldora, porque están más expuestas a sufrir abortos espontáneos, partos prematuros y problemas.
A un nivel más estético, aunque igual de molesto, el tabaco provoca halitosis, arrugas, envejecimiento prematuro, epidérmico y celular a todos los niveles a causa de una liberación masiva de radicales libres.
Sentido estético :
El tabaco trae demasiadas enfermedades pero también es perjudicial seriamente en sentido estético.
Fumar multiplica las arrugas marcadas, el aspecto facial demacrado, la apariencia grisácea en la piel y las manchas color púrpura .
Poca gente es consciente de los problemas dermatológicos que suponen tanto el consumo activo como el sufrimiento pasivo del humo del tabaco: sequedad en la piel, aparición de vello, arrugas, apariencia grisácea, manchas…. Efectos, todos ellos, que se acentúan tras el paso del verano.
Aparte de la influencia que el hábito de fumar ejerce sobre las enfermedades dermatológicas, el consumo de tabaco es también responsable directo de distintas dermatosis como la estomatitis nicotínica, la lengua negra vellosa, la enfermedad periodontal, así como de algunos tipos de urticaria y de dermatitis de contacto.
Las consecuencias del tabaco sobre la belleza no terminan en la piel. Fumar es causa y agravante de afecciones oculares, de hecho, el porcentaje de personas con cataratas es un 40% mayor entre los fumadores. Fumar también se siente, y mucho, en los dientes. El tabaco contribuye a un exceso de sarro, tiñe los dientes de amarillo, acelera el deterioro de la dentadura y contribuye a la aparición de caries. El riesgo de perder los dientes se multiplica por 1,5 en los fumadores.
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