A finales del siglo XVI, los conquistadores españoles concentrados en el Paraguay se propusieron fundar una ciudad que sirviera de escala en el trayecto fluvial hacia el Río de la Plata y los caminos que comunicaban tierra adentro con el Tucumán, Chile, el Alto Perú y el Perú. Con ese fin, el 15 de noviembre de 1573, Juan de Garay fundó Santa Fe.
El lugar elegido fue cerca de la localidad de Cayastá, y las ruinas de esa primera población conforman actualmente el Parque Arqueológico Ruinas de Santa Fe La Vieja. Aquel primer asentamiento fue trasladado, entre 1651 y 1660, a la ubicación que actualmente tiene la ciudad de Santa Fe debido al aislamiento que sufría la zona producto de las crecientes y constante erosión de sus barrancas.
En 1949, Agustín Zapata Gollán, director del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, inició las excavaciones que pusieron a la luz los vestigios de Santa Fe la Vieja. Los trabajos continuaron durante varios años hasta poner al descubierto las ruinas de tres iglesias (San Francisco, Santo Domingo y La Merced), el Cabildo y un gran número de viviendas principales, además de innumerables testimonios de la vida cotidiana de los pobladores del siglo XVII y los restos humanos de los fieles que, de acuerdo a las prácticas funerarias de la época, habían sido sepultados en los recintos de las iglesias.
La Sociedad Argentina de Antropología y la Academia Nacional de la Historia produjeron sendos dictámenes en 1951 y 1952, reconociendo la autenticidad de las ruinas de Santa Fe la Vieja.
En 1957 la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos declaró al sitio, que ya era Lugar Histórico desde 1942, Monumento Histórico Nacional
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